PARTE I ACTO I
ESCENA III
Juan: Mi padre gastó todo el dinero en crear este
panteón.. Bahh! Yo me lo hubiera gastado en cigarros, vino y compañías. Lo peor
de todo, su dinero, mi herencia, gastada en este panteón que el mandó
construir.. ¿Porque tantas tumbas para un único hombre?
(Se da una tranquila
vuelta alrededor de las tumbas intentando recordar las caras de los nombres que
había allí escritos, de repente, se le ilumina la cara a la vez que un escalofrió
le recorre todo el cuerpo.)
Juan: las tumbas pertenecen a aquellos que osaron
desafiarme. Mi padre ordenó la construcción de este panteón, para golpear mi
conciencia, (aunque esté intacta)
(Por el rabillo del ojo vislumbra una tumba de un color
diferente, de mármol. Y alado una estatua con un rostro muy familiar, Doña
Inés)
Juan: Ohm Doña Inés, te perdí hace tiempo, y desde aquí
te echo de menos. ¿Donde estarás ahora, sino en el cielo?
(La estatua de Doña Inés parece oírle y le mira)
Inés: Ni en el cielo ni en el infierno. En el purgatorio
aguardo tu llegada, pues mi destino está ligado al tuyo y desde el día de mi
muerte llevo esperando este día, a que regresases y ponerle fin a esta espera. O
al cielo o al infierno, pero ambos iremos juntos
(Juan, extrañado, había ido retrocediendo, rascándose la
cabeza pensando que lo que estaba pasando era fruto de su imaginación y cuando
abriese los ojos todo aquello desaparecería)
Inés: Pronto todo acabará, el destino de ambos está en
tus manos. !Sálvanos¡
(Entonces, las tumbas empezaron a resquebrajarse y salió de
su interior, cada hombre el cual Don Juan había matado en busca de venganza,
pero no en su estado normal, sino en extrañas criaturas)
Inés: Vampiros y licántropos (como en una futura saga de
películas que tendrá una ´magnifica ´historia de amor, ejem ejem) Quieren
arrastrar tu alma al infierno, acaba con ellos, o será el fin.
(Don Juan luchó con sudor y lágrimas hasta acabar con todas
las extrañas criaturas que salieron de las tumbas. Las heridas no le
importaban, no sentía dolor. Don Juan abrazó a Doña Inés y cerró los ojos)
Cuando despertó el dolor había cesado, estaba junto a Doña
Inés, que le miraba con una sonrisa enorme.
Inés: Nos has salvado, estamos en el cielo. Al fin,
No hay comentarios:
Publicar un comentario